viernes, 2 de marzo de 2018

Declaración Universal De Los Derechos Humanos Articulo 10


ARTICULO 10


Toda persona tiene derecho, en condiciones de plena igualdad, a ser oída públicamente y con justicia por un tribunal independiente e imparcial, para la determinación de sus derechos y obligaciones o para el examen de cualquier acusación contra ella en materia penal.



CASO:
“En el aeropuerto de Newark me detuvieron porque viajé sin visa. La tenía en el pasaporte viejo y viajé solo con el nuevo. Pensé que no necesitaba el vencido. Por eso me frenaron y empezaron a ver mis entradas y salidas al país”, explica Roca.

Eso ocurrió en el 2015. Luego de doce horas en el aeropuerto, sin comer, fue llevada en patrulla y con esposas hasta un centro de detención en Elizabeth, New Jersey, donde conviven personas que cometieron crímenes con inmigrantes que enfrentan un proceso de deportación.

Un mes después tuvo su primera audiencia, donde le explicaron los cargos. No pudo reclamar nada ante el juez. No se defendió. Asistió sin un abogado porque no sabía que necesitaba uno para salir del problema, dice. Y aunque lo hubiera sabido, no podía pagar ese servicio.

Llegar a esa audiencia sin abogado implicó para Roca un mes adicional de detención, pues el juez le dio ese plazo para que consiguiera ayuda legal y fuese a otra audiencia, explica Lloyd Munjack, abogado del American Friends Service Committee (AFSC), una organización que procura dar un defensor a cada inmigrante en riesgo de ser deportado en New Jersey.


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ARTICULO 18 

Se garantiza la libertad de conciencia. Nadie será molestado por razón de sus convicciones o creencias ni compelido a revelarlas ni obligado a actuar contra su conciencia.
Le apuntaron con una pistola y le preguntaron si creía en Dios. «Tú sabes que creo», contestó


CASO:

20 de abril de 1999, once y media de la mañana. En la Columbine Highschool en Littleton, Colorado (Estados Unidos), Rachel Joy Scott, de 17 años, caía herida a causa de los disparos de dos alumnos que se precipitaron abriendo fuego indiscriminadamente. Uno de ellos se le acercó y, apuntándole en la cabeza, le preguntó: «Y ahora, ¿crees en Dios?». Respuesta: «Tú sabes que creo». Fueron sus últimas palabras, silenciadas por un disparo.






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